miércoles, 22 de julio de 2015

El propio reino

Con cariño le llamé princesa
y no hubo castillo
ni reyes 
ni corona
pero me conquistó y no arrebató nada para sí
excepto un beso 
cuando creí que mis palabras me llevarían a su boca

Fue un cállate y bésame 
y yo me callé y ella me besó
y cerré los ojos y los abrí en penumbra
para verla con los suyos cerrados

Recuerdo el movimiento de sus labios
como el camino de la oruga en la cereza 
y su lengua apenas asomada 
con la vitalidad de un brote buscando el calor del sol

La volví a mirar y acabó el beso
pero la suave marea de la sangre
constante y armoniosa
seguía deslizándose por mis huesos

Fue breve y la vi partir 
con su chaqueta de cuero desteñida
los zapatos de la escuela 
y su cabello negro como un cielo oscuro sosteniendo una diadema

Yo con amor le llamé princesa
porque la nobleza 
es de todos cuando un beso
nos abre las puertas al reino
de nuestro propio corazón 

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