En cada bar me enamoré y perdí
y gané y lloré y ruboricé el aire para dejarle
el camino libre al que pudo pararse de la mesa
con dirección a ti
A ti de quien sólo supe
que aún llevabas puesto los ojos de otras noches
que irremediablemente bellos
gritaban bajo el agua cristalina
vaya a saber qué cosas
pero cegaban
Ahí donde las palabras ya no tienen sombras
y todo decir es un cuerpo desnudo frente al sol
Sí, en cada bar me enamoré y perdí
y gané y lloré
pero yo
no me levanté de la mesa
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