Como un abrazo de madre
la luz toca esa porción del mar
en esta mañana fresca
donde los dioses y los pescadores
contemplan el amanecer
En el silencio del bote
se sirve un té caliente
y el vapor contorna
el rostro moreno
de los hijos del mar
La luna aún viva
se desvanece en el celeste
que viene reinando
El sol asciende y su resplandor
rellena por un instante
todo el mundo de blanco
Los pescadores abren los ojos
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