La ciudad se acuesta sólo con sábanas
sostenidas del balcón de Amelia
donde es cierto
yo también apoyé mis ojos
para ver el descenso del fuego
en la mecha de la vela
Sombra de la tela en la brisa
curvilínea y curiosa
Atigradas las calles como si el cielo una pecera
por donde las camelias desnudan
su luz pétalo a pétalo
Ciudad vacía de celos
el ateo enseña sus dados
entre espinas se ha emborrachado
de su Dios bebiendo en un saxo
Los peldaños cual un piano
de quién toca como huyendo
cuesta arriba sin aliento
va dejando el sentimiento
en los brazos de un poeta
apoyado en la baranda
La lengüita del gato sobre el tacho del agua
da a la luna reflejada el movimiento de la falda
de quien baila porque baila ese blues a las orillas
del final del cuerpo y el principio del alma
La mañana espera al final del pasillo
ya la noche se ha puesto el anillo
que le calza a toda la gente
como quien busca de repente
un sueño libre de cadenas
porque eres tú querida Amelia
este jazz
de polvo y tierra
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