Dos agujas cruzan universos
como semillas de cometas
Ambas en opuestas direcciones
destinan sus puntas al encuentro
El hilo de la aguja derecha
vibra por la melodía de una canción de cuna
El de la aguja izquierda por el llanto
del niño abandonado
Los filos atraviesan la piel del cosmos
El beso de la espina es inminente
En el momento del tacto
se fecundan cada una atravesada
como quien las dejase caer rectas sobre un mar sigiloso
Se contienen así mismas
sin lágrimas de mercurio
Se separan
Una aparece en el estuche de los hilos
Otra sobre los pliegues de la cama
El niño acunado encuentra el estuche
toma el hilo blanco y lo tiñe de rojo
El niño abandonado se pincha la piel
congela la ausencia y despierta del llanto
Cuando hubo silencio
la sangre volvió a su sitio
las agujas así mismas
el tacto a sus puntas
el viaje a su centro
el centro a la tela de una camisa remendada
quebradiza por el sol
enterrada en el desierto
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