Una palabra a la velocidad de la luz,
quizás este infinito nos contenga,
decirlo fugaz
sobre el eje de la misma tierra
para que alcance a las palabras que secundamos
Un millar de palabras veloces e invisibles
sin azar
pensadas por el hablante que dice:
pájaro
cometa
volantín
Pero también otras palabras vendrán
y se dirá:
desierto, azul y sendero
Todo lo que se diga cruzará el cielo
y el hablante dirá lo necesario para
que las cosas más extraordinarias vuelen
En la tierra voladora de los barcos voladores
brotarán nuevas palabras y ni el hablante
ni el lector podrán pronunciarlas nunca
Unas cuantas letras quedarán
aguardando como un aro perdido
Las consonantes de los campos y los desagües
celebrarán un concilio del sonido de sus sueños
Y atraídas por una fuerza magnética
reunirán sus partes
en una carta esperada toda la vida
y el hablante recitará un último verso
antes que el cielo se abra
y todas las palabras del mundo se hayan escapado