martes, 31 de diciembre de 2024

La paso bien conmigo mismo
recorro las mismas calles que he caminado
vuelvo a los mismos sitios susurrando
fue ahí donde, allá estaba tal...
y es cierto que las casas no son las mismas
que hay tanta gente que ya no está.

Miro las largas ramas de mi corazón
construidas a deshojes.

La vida sucede, no pide nada
los viejos caminos se observan desde el puente.

Y es que hay algo en esto de releer los pasajes
como un mapa espontáneo que revela laberintos:
Lava la taza si la usas
Quita el polvo de la fotografía
Despiértate con los pájaros 
Sostiene la mirada a una estrella.

Todos seremos olvidados
ahh... que dulce mentira de la eternidad.

sábado, 21 de diciembre de 2024

Lo que deba decirse con poesía
que sea melodía de cualquier sitio.
 
Que intrigue como el destino del perro
que es visto de reojo avanzar decidido
por una tierra que nunca pisaremos.

Que nazca en el inmenso océano 
cuyo horizonte siempre es un sol naciente,
que cada letra reviente en las orillas del cuerpo.

Que sea vista con la cabeza apoyada en el vidrio
bajo la sombra intermitente de los árboles.

Que tenga el aroma de las mujeres que amamos,
las manos ásperas del abuelo
y el rostro inocente de un niño.

Que sea siempre invisible
y se recoja junto a los rayos del sol
para volver en porciones de luz
en el agua oscura de la noche.

Que no sea de los poetas
ni del presentador de televisión
ni del influencer de turno.

Que golpee la puerta después de años
y nos recuerde a quienes amamos de verdad.

Que sea como el hilo de la bolsa del té
amarrado en la oreja de la taza
cuya nomenclatura insospechada
sólo puede ser abierta por dos corazones.

Que sea como el pan
que sea como el hambre.

Que sea siempre una oportunidad 
para reunir nuestros pedazos
en los pedazos del otro.

martes, 3 de diciembre de 2024

Los desconocidos

Fuimos jóvenes e inexpertos
honramos la estrella del norte
la nube fugaz
el ojo chinito del ocaso
la danza inversa de todas esas cosas
y regresamos corriendo
atravesamos la ventana
vimos el futuro es un pestañeo,
olvidamos todo.

Despertamos 
uno sin el otro
en distintos tiempos
lloramos por otros dolores
y reímos por las mismas cosas.

Nos cruzamos en la calle
de frente
sin mirarnos a los ojos
fuimos jóvenes e inexpertos
fuimos felices y desdichados
recordamos cierto aroma
que no sabemos dónde 
que no sabemos qué.

Y seguimos caminando 
por el borde de la sombra
de los árboles de la plaza
como dos desconocidos,
como lo que somos,
a cientos de años de nuestro primer beso.