Era el río Loa y su lomo ondulado por el viento
Entonces corríamos hacia él
nos zambullíamos bajo el sol penetrante de Calama
Imagínalo, cientos de kilómetros de extrema sequía y de pronto
el claro milagro del agua
Pero no sabíamos ni nos importaba
era la pampa todo nuestro mundo
perseguíamos libélulas
girábamos la noche y era el cielo nuestra ventana
nítida de estrellas entre el tenue amarillo del alumbrado público
Y como en todo cuento muchos partieron
también yo
un día sin guirnaldas ni despedidas
con un fino silbido del viento
y una caja llena de espejismos
llena de tierra y vida
sin sospechar
que años más tarde
recordaría todo
maravillado
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