De pronto me acuerdo de viejas novelas
pasajes, actores y en especial de una actriz
a la que me hubiese gustado encontrarme en la calle
o en cualquiera de las ensoñaciones donde terminábamos juntos:
Parques, veredas, el clásico bar jazzero
No recuerdo cómo se llama
o si sigue trabajando en las novelas
pero un rumor desconocido emerge
si la evocación combina
con ingredientes sentimentales
sensibles, sonoros, discretos y lejanos
Ella conserva su edad dentro de mí
íntegra como los fotogramas que circulan mi sangre
Tengo todos sus rostros en mi corazón
o al menos los que conservé
en cualquiera de esos capítulos
donde era puesta como un altar frente a la cámara
Hace muchos años que no veo novelas
Ya no me interesan, ciertamente.
Tampoco elucubro idílicos encuentros
con la actriz en cuestión
Sin embargo hay un huella
voluble y pertinaz que toma por sorpresa
mis arrebatos de indiferencia
Entonces el mundo gradúa sus luces
El guionista pone a todos a callar
Los asistentes saltan el tiempo
esquivando mis desamores,
las historias inconclusas
los muertos de mí subidos al árbol de la ilusión
Luego me sostienen
me llevan de prisa en la curva de un látigo blanco
similar a una ola que se desenvuelve
que hace clash!
Entonces aparezco frente a la tele
Un punto blanco se va expandiendo
junto a la luz crepuscularia de las persianas
Ella cabizbaja
eleva su rostro
me mira de frente
fijamente
volcánicamente
alargando el zumbido ronco de la sala
Con su leve sonrisa
un agudo lírico nace
mientras cientos de días pasan por la ventana
Cree.. me dice
y en un alargado eco
succionado por un embudo
vuelvo a mi cotidiano
con un enigma resuelto sin saber a ciencia cierta
qué es lo desanudado
como si así de pronto cambiase de pista
glorioso y sencillo
con un corazón fortalecido y lustroso
casi
nuevo
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