Se llama María
como las cientos de miles de María
Carga en su bolso una bolsa llena de migas
Escoltada por una veintena de palomas
se sienta en el mismo lugar
alzando su mano para repartir migajas
y para pedir monedas
Sus ojos de naciente catarata
contrastan con su aura de niña
Cuando supe su nombre perseguía con lentitud
a una paloma con una bolsa en el cuello
-pero el ave voló con su capa plástica-
Yo la veo casi todos los días en el mismo sitio
La abuelita de las palomas tiene alzheimer
hijos
y una sencillez delicada
profundamente inocente
Sabe Dios qué caminos ha recorrido
pero su escolta la eleva algunos centímetros del suelo
y es llevada por los senderos del viento
María tiene ese trozo del paraíso
En sus palmas agrietadas recibe las limosnas del mundo
Cuando despierte del sueño
sus alas se alzarán como una inmensa bandera
y las palomas volarán sorprendidas
cuando la niña corra por la plaza
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