El cántaro de la noche es la primera parada
Granitos brillantes de sal
cuelgan del cielo
Ni aun toda la arena del mundo
puede igualarlos
El amador reconoce sus destellos
Luego observa las huellas
de antiguos amantes
Viejas fogatas como lunares
cubren el suelo
Aves de humo se elevan
para bailar con las nubes
Nieva ceniza del cielo...
En el manto oscuro del desierto
el amador camina
y el viento sopla
avivando su corazón
similar a una brasa
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