Mi gato y yo esperamos el ocaso
frente a una ventana siempre abierta
De esta tarde nublada
una taza de café a medio beber
Mis libros son pequeñas torres
entre el ficus solitario de mi casa
Solo no es más que uno, pienso
Mi gato me mira fijamente
Una paloma se cruza
y a quien llevo en la cabeza
baja
como una lenta cascada
al cántaro cauto
otoñal y prismático
de mi corazón
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