De los rayos del corazón hice un mapa
de aquellas arterias tracé ruta
y adorné el camino con árboles blancos
Guardé la flor del ciruelo
que cayó frente a mí
como una pelusa blanca
tejida en el cielo mayor
cuando los ángeles rozan el nácar en la cuerda
y su música es atrapada por la luz
Subí el cerro de arena sedosa
siguiendo el camino de antiguas huellas
viejo como un niño cien veces nacido
recordé mi edad verdadera
Y desde ahí
alcé mi vista al otro horizonte;
Erguidas ciudades sobre ciudades
y en una pequeña ventana divisé mi rostro
que no podía verme
pero sí sentirme
entre pálidas y lejanas estrellas
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