Un pimiento vive en mí como la tierra y el sol
Cuando niño no me invitaban a jugar a la pelota
No era bueno pero corría
Fui más grande y una vecina de nombre Carla
no le agradaba mi piel morena
Mi prima de nombre Karla, en cambio,
me preparaba pasteles de barro
Caminé con la cara partida aunque usaba crema
No recuerdo mi primer ocaso pero con los ojos llenos de sol
jugaba en ríos secos siempre acompañado por un perro
Una vez me levanté temprano y fui sin permiso al desierto
La fría piel de la arena ocultaba un abrazo cálido
Así me tapaba de tierra, inmóvil como una momia
Una vez nevó y todo el desierto se llenó de niños
A las doce del día sólo había barro
Vi la más hermosa estrella fugaz pero mi primer beso no me gustó
Alguien confesó su amor por mí y no fue correspondida
Lloré toda la noche cuando no me correspondieron a mí
En el desierto conocí a los gorriones, el frío más intenso, la poesía de mi padre
Cuando me fui de Calama
mi madre no lloró, nadie lloró, sólo un silbido lejano del viento me dijo: no te vayas...
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