En un pequeño incendio de sus ojos me quemé
y mis cenizas de nieve inversa
llenaron de blanco el cielo
y en el atardecer
sobre una inmensa sábana arriba
la noche de estrellas negras; sus pupilas
sellaron con tinta el momento
cual lluvia oscura de palabras
llevaron su incendio lejos
como la vela flota en el mar
y en su reflejo
bajo la quietud de aguas calmas
te vi cerrar los ojos
en un arrullo profundo
intenso
porque una parte de ti se quemaba
y nosotros los pájaros y los hombres
sólo posamos las alas
sin saber que esa luz te dolía a momentos
Pero los hombres y los pájaros
siguen al sol
y yo me enamoro tan fácil de los farolitos...
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