lunes, 24 de abril de 2017

En mi bosque todos los pájaros cambian de color pero yo apenas doy cuenta de ello. 
Mucho mirar al suelo supongo. 
Pero cabizbajo no es tan triste si se persigue un sueño. 
Pero entre sueño y sueño no despierto y no despierto me olvido tan fácil de las cosas. 
Tengo ganas de ser viento y omitir por supuesto todos los punto aparte.
Un café en París o un té en Chiu Chiu.  
Ahora entiendo la belleza de ser niño y vuelvo enamorarme de Ivania la hija del profesor.
Conservo su risa en el lugar más hermoso de todos mis veranos, eso que la conocí en otoño.

Por supuesto cuando grande quiero ser niño y mirar toda razón con inocencia.
Me aburre el intelectual que no lleva el corazón en los ojos.
Punto aparte, 
la medida del sentindo 
dos manos en el agua 
una cucharita de café
mar a gusto... gaviota, gaviota, gaviota 
mi receta de una tarde
para pensar estas cosas.

Hay tanto para pensar siempre.
La gente confunde pensar con evocar 
pero está bien
así parecen más nostálgicos lo que quieren ser nostálgicos;
Tejer la luna moviendo la cabeza similar al barco movido por las olas. Ah... ya quisiera ser nostálgico
pero ya ni eso
el presente me abofetea con su ala cristalina
pura brisa en la cara
puro amor en el rayo
pura lluvia en los ojos (lo clásico)
y así con toda la vida me voy callando
como riendo y llorando
medio cabizbajo
olvidando los colores
de los pájaros en mi cabeza 
doña Teresa
doña Teresa
lo que ayer era bosque hoy es una mesa...



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