domingo, 9 de noviembre de 2014

Adiós y una luciérnaga desatada

La dejé en el taxi
Ella no sabía que sería la última vez
Sus ojos decían más para siempre y menos adioses
El taxi avanzó entre adoquines con espíritu de caballo
Sobre la calle vacía relinchó el motor de blanco aliento
No importaba la época
qué importan los años cuando la nostalgia se mira así misma y se estremece
ahí no hay tiempo
sólo testigos

La camarera cruzó la esquina
intuyendo los primeros tonos de lluvia

Los farolitos colgados de extremo a extremo
se mecían como una madre mece a su hijo
en silencio
incondicional a la luz

Por la calle el taxi se alejó y yo sentí que desde mi pecho
un trenzado de cintas se estiraban hasta alcanzarla
Tal vez fueron cuadras o mundos enteros
pero sabía que la luciérnaga no volaría atada

Así terminó mi historia de amor con ella
en el inevitable pero necesario espacio
donde habita la voz suave del centro que me dijo:
corte


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Y... cómo se verá la historia desde el taxi que se aleja?

Cada vez que te leo me sucede lo mismo: tus palabras van dibujando la escena en mi cabeza, al final me quedo con la sensación de haber estado justo ahí...
Cosa de locos xD

Una vez más, un gusto leerte :)

Franco Valenzuela Torres dijo...

Seguro sería otro poema. Interesante perspectiva en todo caso.

Saludos Nicky,
Gracias por tus comentarios.